Te vi que llorabas por ella: te para tres
la primera vez que te vi llorar... todavía me acuerdo como se cristalizaron tus ojos, el gesto de tu cara equivalía a una puñalada hasta lo mas profundo del corazón. Rompiste en llanto y automáticamente todo el cielo te acompaño en el dolor. Entre la lluvia y tus sollozos nos rendimos en la alfombra. Jamas te había visto tan triste, tan roto, tan descosido.
Te consolé toda la noche, entre tazas de te y sorbos de distracción buscando descifrarte.
Lloraste hasta quedarte dormido. Como un nene chiquito.
Fue la primera vez que te vi llorar... y lloraste por ella. Solo por ella. Que se iba, te dejaba, te engañaba, te liberaba y vos seguías con las cadenas puestas... preso por tu propia decisión, acorralado en un espacio muy abierto. Repitiendo que te quedabas solo, solo, solo. Y yo me disminuía, me achicaba, me sentía cada vez menos, menos cuerpo, menos ideas, menos compañía, mas inútil. Sin embargo nunca se me cruzó por la cabeza dejarte realmente solo y fui a poner otra pava.
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