Un dia volvió, trajo su perfume de lluvia, su andar apurado,
antes de dejar el saco en la silla subió las escaleras con la mirada,
esperaba que alguien baje a recibirla.
Puso la pava en el fuego, los dedos le temblaron cuando prendio el fosforo,
lo que no puso fue agua en la pava, ni la concentracion en lo que hacia.
El pelo le había crecido hasta la mitad de la espalda,
y como siempre, olía a manzanilla. Estaba mas rubia, mas flaca.
Amagó ir por el pasillo que lleva al patio de atras,
pero freno en la puerta de la cocina y volvio sobre sus pasos.
Se hizo mas chiquita en aquella gran casa, en aquel inmenso silencio
Se tomo la cabeza por las sienes,
cerro fuerte los ojos,
se sacó los anteojos - sin vidrio- y los puso en la mesa,
escucho gritar a la pava por quemarse en el fuego,
y lloro hasta que alguien entro a buscarla.

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