me salvo por el hilo de palabras que cuelgan de mi boca en guirnalda hacia el infinito punto rojo,
dejo el teléfono descolgado para que no llame la ansiedad y me converse de extrañar,
con un dedo bordeo mis ojos, por las pestañas, para asegurarme de que están cerrados
y mentalmente superviso mi cuerpo entero, la cabeza arriba, hombros relajados, las piernas no tan tiesas...
repaso las frases en silencio, sin mover los labios, sin gastar saliva.
niego sentir mas que el peso del relicario que cuelga de mi cuello
que es pesado, enserio
el tronco de copa otoñada, el banquito....
esa foto pesa un otoño y 35 años.
rechazo todo recuerdo que me gotea.
vuelvo a limpiar cada rincon de mi cuerpo, 
lustro el esqueleto con quietud.
me convezno, cada vez mas, de estar mas cerca del final y a penas siento que tomo velocidad mi mismo invalido movimiento aleja el infinito punto rojo, y ya no cuelgo de nada.
me detengo, congelo la escena, aflojo las cuerdas vocales y empiezo de nuevo a enebrar cada palabra para no perder el hilo.

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