que te duela el costado
cuando pellizca la noche
con su frio de aguja
en el desvelo que sucede,

que te punce la sienes
tu almohada despierta
colmada de llanto
y entonces te ahogues

que se te anude la garganta
antes de decir mi nombre
con esa boca de pez
por la que tanto te mueres

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